El cálculo corporativo de la huella de carbono ha evolucionado de ser voluntario a obligatorio. Desde 2023, las grandes compañías deben medir y reportar su huella de carbono, que incluye todos los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos directa o indirectamente por sus actividades.
Origen y beneficios del cálculo corporativo de la huella de CO2
El concepto de la huella de carbono surgió como parte del indicador ambiental «huella ecológica», ganando popularidad en 2003 cuando British Petroleum (BP) lanzó la primera calculadora de CO2 en una campaña que alentaba a las personas a calcular su huella de carbono personal.
El Acuerdo de París de 2015 permitió a los Estados analizar datos específicos sobre su huella de carbono, enfocándose en las corporaciones. La creciente crisis climática llevó a que algunas empresas comenzaran a calcular y comunicar voluntariamente su impacto ambiental.
Con la aprobación del Protocolo de Kioto en 1997, se inició la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que comprometió a los países industrializados a limitar las emisiones de GEI según metas individuales. Europa ha liderado esta lucha con un marco jurídico que abarca sectores como el de los residuos. El Reglamento 2021/1119 establece el objetivo de lograr la neutralidad climática para 2050.
En España, la Ley 7/2021 de cambio climático y transición energética exige a las empresas calcular, registrar y reducir su huella de carbono desde 2023. Este cambio refleja la importancia creciente del cálculo corporativo de la huella de carbono: de voluntario a obligatorio. A partir de la Ley 7/2021 en España y regulaciones similares en otros lugares, las empresas están obligadas a calcular, registrar y reducir su impacto ambiental. Este proceso abarca desde la producción hasta el final de la vida útil de productos y servicios, asegurando la mitigación de las emisiones de GEI.
Importancia de abordar las emisiones corporativas
Más allá de la obligatoriedad, calcular y divulgar la huella de carbono ofrece varias ventajas. Estas incluyen ahorro energético, material y económico, al detectar procesos ineficientes y reducir costes operativos. También ayuda a identificar proveedores sostenibles, mejorar el compromiso y relaciones comerciales, y optimizar decisiones de compra y logística. Todo esto contribuye a una mejor imagen empresarial ante clientes, inversores, colaboradores y empleados.
Metodología para el cálculo de la huella de carbono
Existen estándares internacionales para calcular las emisiones de GEI según tres alcances:
Alcance 1: Emisiones directas de fuentes controladas por la empresa, como consumo de combustibles y fugas de gases refrigerantes.
Alcance 2: Emisiones indirectas por consumo de energía.
Alcance 3: Otras emisiones indirectas de la actividad empresarial, incluyendo bienes y servicios adquiridos, generación de residuos y viajes de negocios.
Las herramientas más utilizadas para este cálculo son el GHG Protocol y la norma ISO 14064, que permiten medir y certificar la huella de carbono de organizaciones y productos a lo largo de su ciclo de vida. Las empresas que compensan su huella se registran en el Registro Nacional de Huella de Carbono, gestionado por la Oficina Española de Cambio Climático (OECC).
Calcular la huella de carbono es esencial para reducir y compensar los gases de efecto invernadero emitidos por la empresa. Además, facilita el cumplimiento de normativas de sostenibilidad y los objetivos de descarbonización.
El cálculo corporativo de la huella de carbono: de voluntario a obligatorio, no solo cumple con requisitos legales, sino que también impulsa la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa. Es crucial para mejorar la eficiencia operativa, fortalecer la reputación empresarial y fomentar relaciones comerciales sostenibles.. En Ziclos, como consultores medioambientales, contamos con herramientas específicas que calculan la huella de carbono en la gestión de residuos, ayudando a las empresas clientes a tomar decisiones inteligentes y sostenibles a lo largo de su cadena de valor.